Nisman se ha
suicidado y este cuentito se ha terminado. En la Argentina del poder no existe
el homicidio: uno se suicida o lo suicidan.
Hay una
suerte de delivery de los servicios
que detecta en el acto quien quiere suicidarse y lo ayuda a bien morir.
El brigadier
Rodolfo Echegoyen se peleó con Yabrán y estaba tan deprimido que se vino a
suicidar el día que se casaba su hijo.
Echegoyen, que
dirigía la Aduana y estaba contra el narco se disparó con la mano derecha y el
proyectil salió por el parietal derecho. Imposible.
El prefecto
genocida Febres se “suicidó” con cianuro, justo cuando se llegaba a la etapa
culminante de la Causa ESMA 1
Febres,
conocido en la ESMA como “Selva” (porque “era todos los animales a la vez”) le
robaba los bebés a las madres secuestradas.
Otro genocida,
el teniente coronel Paul Navone también se “suicidó” en vísperas de una
audiencia judicial en su contra.
El teniente
coronel Navone, estaba acusado de haberse robado uno de los mellizos que tuvo
en cautiverio Raquel Negro.
Durante el
menemismo proliferó el “delivery” de suicidios. Uno de los “suicidas” fue el
capitán de navío Horacio Estrada.
Estrada,
verdugo de la ESMA, vinculado a Kohan y al escándalo de la venta de armas a
Ecuador, se pegó un tiro muy raro.
El marino
apareció muerto con un balazo de 38 en la sien izquierda a pesar de que era
diestro. A su lado había una 9 mm.
Otro suicida
famoso y singular de la era menemista fue Marcelo Cattáneo imputado en las
coimas de IBM-Banco Nación.
Cattáneo, también
vinculado a Kohan, se ahorcó con una cuerda de nylon cerca de la costa del Río.
Cattáneo “devoraba”
literalmente los diarios:el cadáver tenía en la garganta un recorte de “La
Nación” sobre el escándalo.
Antonio
Horacio “Jaime” Stiusso supo evitarla depresión y el suicidio. Huyó del país
tras dejarle las grabaciones a Nisman.
Yo aclaro
rotundamente para que quede escrito (por las dudas): no pienso suicidarme por
ningún motivo.
Miguel Bonasso en Buenos Aires, 19 de enero de 2015.